viernes, 16 de septiembre de 2011

Los niños numerados


Esta es una historia de muchas transgresiones: las de los jóvenes que se saltan las normas y transgreden el orden social y las de los que sin saltarse las normas, es más, intentando restablecerlas, transgreden el pequeño orden íntimo de unos niños que no se saben delincuentes. Todo lo que cuenta el libro pasó una vez, pero me temo, a lo que he visto, que sigue pasando.
(...)
El problema es que todo sigue igual, que los muros de entonces, ahora en el suelo, siguien poniéndole cercos al alma, siguen sin enseñar caminos, siguen sin alentar la amistad y la esperanza, y eso es malo.
Los hechos que se cuentan están situados en la década de los cuarenta, pero estos son hechos que encuentran siempre su lugar en el tiempo y en el espacio, así pues que nadie eche la culpa a la dichosa guerra, ni a la postguerra, la hambruna y demás. La culpa la tuvo, y la seguirá teniendo, una sociedad que parece ignorar las causas, se lava las manos, equivoca el rumbo, no acepta responsabilidades y se cree, si no incente, al menos justificada.

Este es un estracto de las notas que Juan Farias envió a Xavier Senín para  la redacción de un prólogo que acompañaría a la nueva edición de Los niños numerados. Sin embargo, el nuevo prologista poco pudo añadir a las palabras del autor. Publicado originalmente en 1962, el libro ganó el premio Ciudad de Oviedo en 1964. La editorial Lóguez lo recuperó para los lectores de hoy con su edición de 1996.
Yo tampoco voy a añadir nada más. Me limitaré a copiar una nota que aparece en la página de créditos de la edición de Lóguez, que habla por sí sola:

Los puntos suspensivos que aparecen en este libro,
sustituyen a palabras que la censura
obligó a suprimir en 1962.

Y así doy por finalizado mi modesto homenaje a Juan Farias.
Para más información:

En memoria de Juan Farias: Una cinta de dos palmos y pico

Los pequeños nazis del 43

1 comentario:

  1. Para ver cómo a lo largo de la historia la sociedad occidental ha pasado de castigar los cuerpos a castigar las almas y las psicologías supuestamente desviadas, Michel Foucault, Vigilar y castigar.

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