lunes, 7 de diciembre de 2015

Retomando mis proyectos de escritura


No soy perfecta, Jimmy Liao
 

 En un intento de retomar mis proyectos de escritura donde los dejé, traigo aquí uno de los textos que escribí para la asignatura "El oficio de escribir" dentro del curso de Escritura Literaria para Niños.

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Mi retrato

Ni liso, ni rizado, encrespado. Su madre siempre le había dicho que el cabello es el marco de la cara y que, según luciera, así estabas de guapa. ¡Cuánto tiempo perdido estirando ese pelo rebelde con el secador, para que, nada más salir a la calle, la humedad ambiente diera al traste con el tan ansiado, aunque nunca perfecto, alisado!

Y la niña siguió luchando contra el temperamento de su cabello, y lo siguió alisando por años, hasta que un buen día se cansó y se lo cortó. Ahora lo lleva cortito y rizado, eso sí, lo ayuda cada mañana peinándolo con espuma y difusor. Por lo menos ahora ese marco de su cara mantiene sus caracoles durante todo el día. Aunque no lo deja libre del todo, no le lleva deliberadamente la contraria.
A quien no le llevó nunca la contraria fue a sus ojos de color miel, grandes, expresivos, pero caídos. ¿Qué hay detrás de esos ojos cuya comisura insiste en inclinarse hacia abajo? Sus ojos sonríen, cuando la niña sonríe, pero persisten en reflejar pequeñas dosis de melancolía, que ella busca contrarrestar vistiendo colores vivos. Así, para su ropa, odia los tonos grises del invierno y adora las tonalidades luminosas de la primavera y el verano.

Hay algo a lo que la niña otorga total libertad: a su risa. La niña ríe por todo y por nada. Ríe con prudencia. Ríe con ternura. Ríe a carcajadas. La suya es una risa contagiosa. Ríe si está contenta. Ríe cuando se emociona. O simplemente ríe si algo le hace gracia. Pero también ríe cuando quiere ser irónica. Su risa la vacía de nervios. La acerca y la aleja, la mueve y la aquieta. Y la construye, con su pelo ensortijado, sus ojos perezosos y sus manos que aproximan.