domingo, 1 de abril de 2012

Las consecuencias de la literatura


Cubierta de la primera edición de Huckleberry Finn


Cuando un niño lee y se emociona, cuando disfruta, es porque ya sabe dar forma a las palabras, darle a la palabra "pan" la forma y el sabor del pan, deja de ver signos y ve cosas, imagina, puede coger el camino de un cuento y, aún después de cerrar el libro, continuar la discusión con el personaje que ya es su amigo o seguir escapando del Diablo Verde que lo asustó para siempre.

Leer me proporcionó un montón de amigos. Huckleberry Finn fue uno de ellos. Dudo mucho que una docena de psiquiatras eminentes pudieran convencerme de la no existencia de ese muchacho que sabe quitar verrugas conjurando a las almas en pena con la ayuda de un gato muerto. Yo viví con Huck aventuras que no ha escrito nadie. Él y yo navegamos el Gran Río, escalamos los Apalaches para encontrar el camino por donde se escapa el Sol todos los atardeceres y fumamos la Pipa de la Paz con Toro Sentado.


Juan Farias, Salamanca, febrero de 1997.

Este fragmento pertenece al texto realizado con motivo del encuentro con Juan Farias celebrado en 1997 dentro del programa de “Encuentros con autores” del CILIJ de Salamanca. Ahora lo traigo aquí para conmemorar el día internacional del Libro Infantil y Juvenil que se celebra el 2 de abril, coincidiendo con la fecha de nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen.

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