A la orilla de un pozo,
sobre la fresca yerba,
un incauto Mancebo
dormía a pierna suelta.
Gritóle la Fortuna:
«Insensato, despierta;
¿no ves que ahogarte puedes,
a poco que te muevas?
Por ti y otros canallas
a veces me motejan,
los unos de inconstante,
y los otros de adversa.
Reveses de Fortuna
llamáis a las miserias;
¿por qué, si son reveses
de la conducta necia?»
Cuando era pequeña mi abuela me contaba chascarrillos, cuentos populares y me recitaba poemas. Entre esos poemas se incluía esta fábula de Felix María de Samaniego. En aquel entonces yo no sabía que se trataba de una fábula de Samaniego y no creo que mi abuela lo supiera. Hace un rato estaba buscando en internet una fábula rimada para un material escolar que estoy preparando y la he encontrado. Y ahora la traigo aquí porque al leerla y recitarla en voz alta, he podido oír todavía el eco de la voz de mi abuela, con su entonación y su acento. La memoria me ha llevado nuevamente de vuelta a la niñez, aunque haya sido por un momento. Por otro lado, me parece de especial relevancia constatar cómo las nuevas tecnologías ayudan a nuestra memoria a rescatar lo que aprendió a través de la transmisión oral.