lunes, 13 de junio de 2011

En memoria de Juan Farias: Una cinta de dos palmos y pico



En aquel pueblo, como en todos los pueblos, había niños pobres y ricos.
Uno de los niños ricos cumplió años y le regalaron muchas cosas: un caballo de madera, seis pares de calcetines blancos, una caja de lápices y tres horas diarias para hacer lo que quisiera.
Durante los diez primeros minutos el niño rico miró todo con indiferencia. Empleó otros diez minutos en hacer rayas por las paredes. Otros diez en arrancarle una oreja al caballo. Y otros diez en dejar sin minutos las tres horas libres. Esta última maldad fue haciéndola minuto a minuto, despacio, aburrido, por hacer algo sin hacer nada.
Al deshacer los paquetes, más aburrido que impaciente, había tirado por la ventana la cinta azul con que venía amarrada la caja de lápices, una cinta como de dos palmos y pico, de un dedo de ancha, de un azul fiesta, brillante.
La cinta fue a dar a la calle, a los pies de Juan Lanas, un niño despierto, de ojos asombrados, pies descalzos y hambre suficiente para cuatro.
Juan Lanas pensó que aquello era un regalo maravilloso, pensó que era lo más maravilloso que le había ocurrido en la última semana y en la que estaba pasando y seguramente en la que iba a empezar.
Pensó que era la cinta con la que se amarran las botellas de champaña a la hora de bautizar los maravillosos barcos que dan la vuelta al mundo.
Pensó que era la alfombra que usaron los Liliputienses el día que se bautizó al hijo del Rey.
Pensó que sería un bonito lazo para el pelo de su madre si su madre viviese.
Pensó que haría muy bonito en el cuello de su hermana si tuviera una hermana.
Pensó que le gustaría usarla para pasear a su perro si era capaz de encontrar a ese golfo de Cisco, sin rabo y tan viejo.
Pensó que no estaría mal para sujetar por el cuello a la tortuga que quería tener.
Pensó, al fin, que bien podía ser un fajín de general.
Y pensándolo empezó a desfilar al frente de sus soldados, todos con plumero, todos con espada.
Los que lo vieron pasar pensaron que era un niño seguido de nadie, y al poco rato un niño seguido de un perro sin rabo, pero Juan Lanas sabía que el perro era su mascota, y que los soldados pasaban de siete, que era todo lo que Juan Lanas podía contar si equivocarse.
Y mientras Juan Lanas desfilaba, el niño rico se aburría.

Este es mi cuento preferido de Algunos niños, tres perros y más cosas, el libro de cuentos de Juan Farias, ilustrado por Arcadio Lobato, con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil en 1980. El libro fue editado por Espasa Calpe en 1981.
Es curioso, volví a coger este libro cuando tuve que contar un cuento para niños en uno de los talleres de La Casa de los Cuentos. Y contándolo me convertí en Juan Lanas y redescubrí al autor de aquel libro que mis padres me habían regalado cuando era pequeña.
Justamente el viernes pasado conseguí por fin un ejemplar de Los pequeños nazis del 43 y de Los niños numerados, publicados por Ediciones Lóguez. Los necesito para mi trabajo de investigación, así que en cuanto los haya leído publicaré un artículo sobre cada uno. Creo que así habré completado mi pequeño homenaje a Juan Farias.

5 comentarios:

  1. Hola, gracias por tus post sobre Juan Farias a mi me gusta mucho el libro de Los caminos de la Luna, es el único que tengo de él pero con lo que escribes creo que buscaré más.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Justamente esa es la idea, que mis aportaciones en este blog muevan a la gente a interesarse por los libros que propongo.
    No he leído el título que mencionas, en realidad, de Juan Farias, me queda por leer mucho más de lo que ya he leído. Gracias otra vez.

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  3. hermoso, estuve buscando este texto para trabajar con mis alumnos, gracias por subirlo.

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  4. Escribí un pequeño cuento para una página española y una amiga me dice que se parece a este cuento de Juan Farías, bueno me alaga porque descubrí un nuevo escritor, mi cuento se llama " Distinta Navidad ", mi blog es www.kalazum.wordpress.com

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  5. Pues ya tengo un cuento más que leerme. Y un blog más que conocer.
    ¡Gracias por tu comentario!

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