martes, 17 de diciembre de 2019

Hasta la cima y más allá


Llega más alto en compañía de un libro. 


Está visto que hay que hacerle caso a nuestros vecinos portugueses. La ilustración pertenece a Se eu fosse um livro, con texto de José Jorge Letria, editado por Pato Lôgico. Las ilustraciones son de André Letria, Premio Nacional de Ilustración en 1999 y 2019.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Una caperucita roja



Descubrí este álbum ilustrado de Marjolaine Leray hace ya algunos años y lo recuperé a propósito de la polémica que se suscitó cuando un colegio público de Barcelona incluyó Caperucita en su lista de cuentos tradicionales censurados por sexistas. Ahora que también quiero recuperar mi actividad en el blog lo traigo aquí. 


Editado por Océano Travesía, se trata de un libro de pequeño formato, escrito e ilustrado a dos tintas, en el que cada uno de los colores se identifica con uno de los personajes. La caperuza es roja y las frases que dice Caperucita están impresas en rojo, mientras que el lobo es negro y sus intervenciones están impresas en el mismo color. Las imágenes del libro están ilustradas siempre sobre un fondo blanco con un trazo que recuerda al propio de un niño que dibuja o colorea. Como el cuento de Caperucita forma parte de la cultura popular, no es necesario dibujar el bosque o la casa de la abuelita, puesto que el lector ya conoce los escenarios donde se desarrolla la acción y los tiene en mente. 
 
En cuanto a los personajes, su actitud cambia a medida que avanza la historia, de forma que vemos cómo el lobo controla la situación hasta la doble página en la que dice “A comer…”, mientras tiene agarrada a Caperucita. Hasta ese punto, la postura corporal del lobo, sus gestos y su mirada reflejan su ferocidad y su dominio sobre Caperucita. Sin embargo, a partir de la siguiente doble página la postura corporal de la niña, que hasta ahora había sido un poco lánguida y denotaba timidez o miedo, evoluciona hacia una actitud de seguridad: empieza levantando la cabeza y mirando al lobo a la cara y, más adelante, se atreverá incluso a meterse entre sus dientes.



Desde ese momento, los gestos del lobo reflejan progresivamente cómo la actitud y las respuestas de Caperucita empiezan a contrariarlo. Uno de los momentos más representativos en este sentido es en el que la niña le dice que no se la va a comer y que tiene mal aliento: los ojos del lobo se abren como platos. El lobo está a punto de caer en la trampa de la niña, que lo sorprende no solo a él sino también al lector. ­­­­El efecto sorpresa del final cierra con broche de oro una historia caracterizada por la economía de recursos gráficos y textuales y por un delicado trabajo editorial.

El libro nos cuenta, por tanto, la historia de una caperucita que no se deja amedrentar por el lobo y que, como está de moda decirlo ahora, se empodera. Esta lectura encaja mejor con una educación no sexista, a la vez que retoma la esencia del personaje, quien en la historia original vence al lobo sin la ayuda de nadie.

jueves, 12 de julio de 2018

Porque yo también la echaba de menos




Inopia guarda su colección de lunas de Valencia en el cajón de su ropa interior. Una luna cuarto creciente junto a los calcetines, una luna llena bajo los pijamas, una luna cuarto mengunte junto a las medias, una luna nueva entre las camisetas, un eclipse de luna bajo sus bragas. Cada mañana, antes de vestirse, Inopia sube y baja de la luna. Por eso, no nos debería extrañar que pueda llevar la blusa mal abrochada, un calcetín de cada color, los cordones de los zapatos desatados, o que incluso salga a la calle en zapatillas de estar por casa. Si alguien le llama la atención sobre las irregularidades de su atuendo, Inopia da las gracias con un leve canturreo, aunque, en realidad, poco o nada le importa lo que los demás digan cuando ya va camino de Babia.

domingo, 24 de enero de 2016

Descubriendo a Maria Antonieta de la mano de Benjamin Lacombe... y más cosas



Siempre que visito Caixaforum (Barcelona) acudo a su librería como parada imprescindible durante el recorrido por este centro cultural. Y es que pocas veces salgo de esta librería sin un libro en las manos. En esta ocasión me llevé Maria Antonieta, un álbum ilustrado sobre la controvertida reina de Francia, escrito e ilustrado por el francés Benjamin Lacombe bajo la supervisión de la historiadora Cécile Berly. Publicado en español por Edelvives, lo primero que me llamó la atención, al ojearlo, fue el tono oscuro, distante,  a veces macabro, e incluso erótico-festivo, de las ilustraciones. Algo no me encajaba. Y buscando el sentido de este rompecabezas he tenido noticia de la existencia del sello editorial Contempla Edelvives, donde el libro de Lacombe me encaja a la perfección. Sus responsables definen Contempla Edelvives como "un nuevo sello editorial que combina literatura, ilustración y diseño. Una mezcla de códigos y miradas creativas con un único objetivo: el puro deleite de quien, además de buen lector, es un exigente observador de la creación plástica." Aunque tengo pendiente realizar la lectura atenta que el libro merece, celebro la existencia de sellos editoriales como este, que da cabida a libros en los que prima la exploración de nuevos caminos en el desarrollo del arte de la ilustración, en un sector editorial donde todavía tienen mucho peso determinados valores morales que solo admiten contenidos políticamente correctos.

 

lunes, 7 de diciembre de 2015

Retomando mis proyectos de escritura


No soy perfecta, Jimmy Liao
 

 En un intento de retomar mis proyectos de escritura donde los dejé, traigo aquí uno de los textos que escribí para la asignatura "El oficio de escribir" dentro del curso de Escritura Literaria para Niños.

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Mi retrato

Ni liso, ni rizado, encrespado. Su madre siempre le había dicho que el cabello es el marco de la cara y que, según luciera, así estabas de guapa. ¡Cuánto tiempo perdido estirando ese pelo rebelde con el secador, para que, nada más salir a la calle, la humedad ambiente diera al traste con el tan ansiado, aunque nunca perfecto, alisado!

Y la niña siguió luchando contra el temperamento de su cabello, y lo siguió alisando por años, hasta que un buen día se cansó y se lo cortó. Ahora lo lleva cortito y rizado, eso sí, lo ayuda cada mañana peinándolo con espuma y difusor. Por lo menos ahora ese marco de su cara mantiene sus caracoles durante todo el día. Aunque no lo deja libre del todo, no le lleva deliberadamente la contraria.
A quien no le llevó nunca la contraria fue a sus ojos de color miel, grandes, expresivos, pero caídos. ¿Qué hay detrás de esos ojos cuya comisura insiste en inclinarse hacia abajo? Sus ojos sonríen, cuando la niña sonríe, pero persisten en reflejar pequeñas dosis de melancolía, que ella busca contrarrestar vistiendo colores vivos. Así, para su ropa, odia los tonos grises del invierno y adora las tonalidades luminosas de la primavera y el verano.

Hay algo a lo que la niña otorga total libertad: a su risa. La niña ríe por todo y por nada. Ríe con prudencia. Ríe con ternura. Ríe a carcajadas. La suya es una risa contagiosa. Ríe si está contenta. Ríe cuando se emociona. O simplemente ríe si algo le hace gracia. Pero también ríe cuando quiere ser irónica. Su risa la vacía de nervios. La acerca y la aleja, la mueve y la aquieta. Y la construye, con su pelo ensortijado, sus ojos perezosos y sus manos que aproximan.

sábado, 29 de agosto de 2015

Sigo descubriendo a Quint Buchholz




Pues eso, en Minimaliak encontré esta  joya del alemán Quint Buchholz publicada por Nórdica Libros.
 
El siguiente booktrailer nos acerca a esta delicada reflexión sobre todo lo que ofrecen los libros a los lectores.
 
 
Y para saber más de mis primeros descubrimientos: